Cuando aparezco en el impredecible mundo futuro del 2037, me dirijo a la derecha hasta llegar a una terminal de ordenador en la que oigo un mensaje. DespuΘs cojo una placa que hay en el suelo junto a la Puerta de Sol y me entero, commocionado, del significado del mensaje del ordenador. Al parecer, no me llamo Ryan, soy Yan Parker, hijo de H.P. Parker y nieto de John Parker al que he conocido hace poco. Mi padre me envi≤ desde el futuro junto con un amigo suyo para salvar el mundo.
Tras el shock que me supone la noticia, empiezo a recoger las piezas (que estßn repartidas por la sala) del FND, un arma ideada por mi padre. Una vez que tengo la pieza central, la culata, el ca±≤n y las dos cargas de nitr≤geno, cojo la baterφa seca que se encuentra junto a un scanner que utilizo y en el que meto la baterφa por una ranura, lo conecto y uso las tres piezas principales del arma en la pantalla, con lo que ya la tengo completa.
Uso el FND para destruir la piedra que me impide abrir un armario y cojo de dentro de este un Disco Solar y una Piedra lunar. Uso el Disco sobre mi y vuelvo otra vez al presente. Al llegar, uso la pagina del OTR para acabar con el Prisioner y les digo a los tres rehenes, Hamsun, Parker y Diane que escapen por la Puerta Solar.
He de seguir a Dietrich y al hechicero, asφ que me introduzco por la Puerta Solar. Llego a la biblioteca y observo asombrado que ahora soy el Ryan, o el Yang, que antes eliminaba a Harland. Sin perder un segundo, quito de en medio al nazi con el FND y me voy.
Tras volver a hacer un peque±o viaje, aparezco en Illsmouth. Estoy en una sala circular en la que hay una extra±a anilla de la que tiro. Aparece una piedra con unos extra±os grabados. La miro y veo que es una especie de combinaci≤n. Coloco a cada criatura con su elemento adverso:
CTHULHU = AIRE
NYARLATOPEC = FUEGO
DAGON = AGUA
PRISIONER = HIELO
Aparece un libro en la piedra y al mirarlo, veo que esta protegido por una extra±a cubierta a la que parece faltar una segunda piedra Mnar, coloco la que llevo y se libera el libro que resulta ser el Necronomicon, ademßs una espada aparece en mi mano y veo que parece tener propiedades mßgicas. Entonces se materializan en una pared las apariciones de Narackamous el hechicero y Boleskine. Hablo con los dos y me cuentan cosas muy inquietantes.
Al salir de la sala, uso una barca para pasar por una especie de rφo de petr≤leo. En medio me encuentro con Sears. Le pregunto por H.P. Parker y me explica que es mi padre, luego le pregunto por mi abuelo, John Parker y por ·ltimo le hablo sobre los Grandes Ancianos. En ese momento, me explica que el fue o serß el hombre que mi padre envφo conmigo al pasado y que tras conocer el poder de Cthulhu, cambi≤ de bando. El duelo es inminente, pero como se que Sears es un gran espadachφn, dirijo mi primer golpe a la cuerda que sujeta la lampara. Esta cae sobre Sears e incendia el rφo. Llego a una habitaci≤n, pero estoy rodeado de llamas. Veo tres mascaras e introduzco mi espada en la que esta mas cerca del fuego que bloquea mi camino. La mascara se rompe y por ella mana un enorme cantidad de arena que tapa el fuego. Antes de pasar me fijo en una losa del suelo que llama mi atenci≤n, al acercarme la piso y oigo como algo se abre mas adelante. Avanzo y me meto por un pasadizo que hay en una fea cabeza.
He llegado al claro en el que se celebra la ceremonia, Narackamous y Dietrich estßn en un circulo de piedras invocando a los Grandes Ancianos. Mi aparici≤n les interrumpe y cuando van a atacarme, me cubro con la espada. Hago esto varias veces hasta que Dietrich se pone la mascara. Entonces recuerdo que para acabar con la ceremonia, he de hacer que el hombre de la mascara entre en el circulo interior; tambiΘn recuerdo que Dietrich ansiaba poseer el Necronomicon. Cojo el libro y lo lanzo contra la piedra central. Dietrich se abalanza a por el y es transportado quien sabe a donde. La ceremonia se ha roto y a Narackamous se lo traga la tierra.
Mi recompensa por salvar la tierra es tener en mis manos la decisi≤n de vivir en una Θpoca que no me corresponde, o no haber existido nunca. Es una decisi≤n difφcil, pero tras unos instantes de reflexi≤n, no tardo en decidirme por una de las dos y asistir asφ, por fin, al curioso desenlace de esta dantesca pesadilla.