GDI y NOD regresan a nuestros sistemas

Texto: Guillermo Sáiz Ruiz


El terreno

En primer lugar analizaremos el factor del juego que el jugador no controlará, y que habrá de ser tenido en cuenta a la hora de manejarse con el resto: el medio ambiente.

Por una vez en un juego de estrategia en tiempo real se han incluido misiones nocturnas, consagrando de esa forma la luz como un elemento más a la hora de desplegar cierta táctica. Las unidades manejadas por la IA (bien en calidad de enemigos o sobre control de las tropas que no son manejadas por el jugador directamente), en misiones nocturnas, pierden visión, pudiendo verse sorprendidas a cortas distancias —para enmendarlo se han dotado a las bases militares de torres con focos y farolas, que tratan de desbaratar los ataques de comandos—.

Las batallas que tienen lugar bajo una tormenta de iones son excepcionales, sin embargo hay que tener presente que ciertas unidades no funcionan correctamente, entre las más perjudicadas: las aeronaves.

El terreno, propiamente dicho, es deformable bajo impactos de piezas de artillería y activo. Dependiendo del clima o de inoportunas tormentas de iones, el firme puede perder consistencia y ceder ante el peso de las unidades que estén apostadas en su superficie —es el ejemplo, ya consabido, de los tanques que caen bajo el hielo resquebrajado—. En el primer aspecto, los cráteres fruto de explosiones (bien de misiles solos, de unidades mecánicas fenecidas o de artillería) ralentizan la marcha de las unidades terrestres que hagan camino sobre ellos. Se puede tratar de evitar colocando planchas de ‘Calzada’ sobre los socavones existentes, lo cual resultará de cierta manera costoso e imposible en otras (pendientes y caminos).

Las zonas acuosas sólo podrán ser superadas por unidades anfibias o aéreas, mientras que las terrestres tendrán que conformarse para vadearlas mediante los clásicos puentes. Estas estructuras, fuera del alcance del jugador, tan sólo podrán ser reparadas por sus ingenieros, siempre que cuenten con una ‘caseta de reparaciones’ —al menos— en uno de sus extremos.

El último de los elementos que componen el terreno son los túneles. Su aparición es escasa pero valiosa, pues suele ser la única forma de alcanzar algunas localizaciones. Para atravesarles será necesario seleccionar la unidad en la boca de entrada, el resto es automático.

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