GDI y NOD regresan a nuestros sistemas

Texto: Guillermo Sáiz Ruiz


Establecimiento de la base

Generalmente es necesario establecer una base, desde la que generar recursos para acometer el propósito específico de la misión. En cualquier caso, para ello habrá que disponer de Tiberium cerca, lo que significa que conviene ubicar la misma en las inmediaciones de un campo del mismo —si bien manteniendo una distancia de seguridad, pues se expande por sus propios medios—. El tener defendido el acceso al mismo es otra clave, pues las cosechadoras carecen de armamento y son más que vulnerables a los ataques en grupo.

Teniendo asegurado el abastecimiento de Tiberium, el jugador tendrá que conseguir generar suficiente energía para que las estructuras a edificar funcionen a pleno rendimiento y así no ralentizar la producción. Entonces será necesario iniciar la producción de efectivos y el levantamiento de defensas. Para ello hay que tener presente la existencia de dos variedades cromáticas de Tiberium: la clásica verde y otra azulona. La importancia radica en que ambas son de diferente apreciación: en el primero de los casos una cosechadora tiene el valor de 700 créditos, mientras que si porta el azul el montante ascenderá a 1100 —el valor lo determina la escasez—.

Muestra de un ataque combinado GDI. Las orcas bombarderos tienen una elevada capacidad destructiva, aunque para hacer blanco necesitaron que las unidades terrestres ‘descubrieran’ la presa.

Cuando el jugador haya llegado a cierto grado de desarrollo, convendrá parar en la evolución para construir una nueva refinería de Tiberium, con la que acelerar el proceso y asegurar las reservas de aquel. Con esta incorporación se demorará la construcción de los vulnerables silos, con la única contrapartida del precio (400 créditos más) y el consumo de energía; lo que es más, esta operación permitirá suprimir al jugador el tiempo de espera de descarga en caso de que coincidan las dos máquinas, bastante molesto y totalmente improductivo.

Las defensas es otro de los puntos clave para la supervivencia de cualquier complejo. Artificialmente se pueden clasificar en dos tipos: de contención (o pasivas) y de repulsión (activas). Las primeras de ellas son infraestructuras inmóviles, tales como muros y puertas, que tienen por cometido retener el avance de las tropas enemigas (aquí puede incluirse también la ‘Calzada’ en el bando GDI para evitar despliegues subterráneos); las segundas son armas que se añaden a aquellas para mermar las tropas asediantes. Para curarse en salud es conveniente abastecerlas con suficiente energía, pues una bajada de tensión puede acabar funestamente con el perímetro defensivo —entre otros muchos desastres—.

La forma de la base es otra cuestión a tener presente. Hay que huir de macro-bases, donde conseguir levantar la defensa sea toda una hazaña, y también de micro-bases (la extremada proximidad de edificios importantes puede desembocar en lo anteriormente narrado). Un término medio será lo perfecto, al poder ser ubicada en posiciones elevadas y aprovechando desfiladeros.

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