EVALUACIONES EDUCATIVAS

Los documentos pueden ser copiados a su m‡quina si usted lo desea. Dentro de la opci—n EDICION, haga click sobre SELECCIONAR TODO y pŽguelo en su editor de texto.

EVALUACIONES EDUCATIVAS

Tomado del TIEMPO, miŽrcoles 23 de mayo de 2001

Los colegios no se gradœan
Es injusto escalonar a todos los colegios con base en unos instrumentos que fueron preparados para evaluar las competencias de los estudiantes.


Por AMBROGIO ADAMOLI*

El gran despliegue que les ha dado la prensa a los resultados de las evaluaciones educativas oficiales y la publicaci—n de listas de los "mejores colegios" me inducen a aportar una reflexi—n cr’tica para el an‡lisis y los debates que, al respecto, se est‡n llevando a cabo, aprovechando el hecho de que la ubicaci—n de nuestra instituci—n en dichas listas nos libera de la sospecha de estar respirando por la herida.
En efecto, aunque nuestro colegio ha tenido uno de los mejores puntajes en las pruebas de competencia de la Secretar’a de Educaci—n y en los ex‡menes del Icfes, me siento en la obligaci—n de afirmar que es injusto escalonar a todos los colegios con base en unos instrumentos que fueron preparados para evaluar las competencias de los estudiantes. Si bien son significativos para las instituciones educativas los resultados obtenidos por sus alumnos, no se puede inferir de ellos una gradualidad de calidad de los colegios. Para hacer un listado de este tipo ser’a indispensable tener en cuenta toda la oferta formativa, que comprende tambiŽn los contenidos de los diferentes pŽnsumes, sin lo cual ser’a imposible establecer los costos educativos y mucho menos la relaci—n precios, costos y resultados. Tal clasificaci—n ?si fuera bien sustentada? ser’a muy œtil, mientras no se pretenda que todos deban estar en sus m‡s altos niveles, pues la oferta formativa es funci—n tambiŽn de las necesidades, posibilidades y preferencias de los usuarios. En pocas palabras, la calidad de la oferta depende tambiŽn de la calidad de la demanda.
Hay que reconocer, de todos modos, que el objetivo m‡s urgente, y en esto tiene raz—n la Secretar’a de Educaci—n, es desarrollar y medir las competencias b‡sicas. Pero, por. muy importantes que Estas sean para fines educativos, no permiten definir, por s’ solas, una jerarqu’a de escuelas y colegios, como si existiera una educaci—n ideal para todos. En un mundo tan poco globalizado, no solo hay diferencias socioculturales entre uno y otro pa’s y uno y otro estrato social, sino dentro de los mismos, y las instituciones educativas deben dar respuestas a estas diferencias.
A manera de ejemplo: los alumnos graduados en nuestro colegio salen todos, indistintamente, con el t’tulo colombiano y tambiŽn con el italiano, que es reconocido por cualquier universidad de la Uni—n Europea y que implica no solo el bilingŸismo (italiano?espa–ol), sino los estudios literarios, filos—ficos y art’sticos de las dos culturas. Adem‡s, nos vemos en la necesidad de exigir el estudio del inglŽs (que hoy es indispensable) y de algunas ‡reas muy amplias que son propias del pŽnsum italiano, tales como la educaci—n art’stica y tŽcnica y el lat’n. AgrŽguese a todo lo anterior que los estudiantes que escogen en 8 grado la orientaci—n lingŸ’stica, aparte de las tres lenguas mencionadas, que son obligatorias para todos ?y no dos, como ocurre en otros colegios?, deben escoger una m‡s entre francŽs y alem‡n.
Sin embargo, por muy bueno que sea este pŽnsum para nuestros estudiantes, ser’a rid’culo ped’rselo a otros colegios o siquiera hacer comparaciones con ellos.
Debe quedar claro, asimismo, que no se puede establecer una correcta relaci—n calidad?precio sin tener en cuenta las variables mencionadas, que se refieren a la calidad y a sus costos,
pero agregando tambiŽn algunas otras que se relacionan con el precio ?de las que nunca se habla por justificado pudor?, como el cobro o no cobro del famoso bono y su valor.
Es evidente, entonces, que un instrumento que se limita a evaluar las competencias b‡sicas tiene un gran valor, pero no permite efectuar una gradaci—n de colegios tal como se est‡ haciendo en la prensa?, que establece una clasificaci—n injusta de la calidad educativa de los mismos, como si las competencias b‡sicas demostradas por los alumnos fueran una variable dependiente del respectivo colegio, pero independiente de la realidad en que este se mueve.
Ni hablar de la clasificaci—n de colegios a nivel nacional, que se basa en las pruebas del Icfes, las cuales fueron hechas para medir las m‡s diferentes competencias del alumno y que, por lo tanto, no permiten definir quiŽn es el mejor por medio de la suma indiscriminada de sus puntajes sin establecer un criterio de importancia o, peor, hacerlo sin revelar el criterio utilizado.
Lo m‡s grave del asunto es que fue precisamente el Icfes quien inici— esta pr‡ctica en contra de sus propios principios, produciendo una lista de los "mejores bachilleres del pa’s". Es muy comprensible que muchos rectores hubieran protestado por esta incoherencia y por la injusta premiaci—n de algunos de los alumnos escogidos en lugar de otros con mŽritos muy comprobados. Mucho m‡s obvio entonces que la prensa diera un paso ulterior para dar el salto de "los mejores bachilleres" a "los mejores colegios". Lo que tŽcnica y Žticamente es muy incorrecto.

(*) Rector del Colegio Italiano Leonardo Da Vinci (Bogot‡)